ABC de Sevilla publica un extenso artículo sobre la necesidad de la conciliación laboral y como deja de ser un tabú, de modo que las empresas ya la incluyen en su estrategia productiva.
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos considera la conciliación como un derecho fundamental. Sin embargo España está en el cuarto peor país de Europa respecto a la conciliación, tras Luxemburgo, Malta y Chipre.
El 45 % de los españoles asegura que les resulta muy difícil realizar las tareas familiares pues disponen de pocas horas libres al día y el 65 % de los empleados se sienten requeridos fuera de su horario de trabajo (¿Qué porcentaje de ellos serían médicos eventuales? No tenemos datos, pero sabéis de lo que hablamos).
La conciliación se fundamenta en una cultura de flexibilidad, responsabilidad y compromiso mutuo. Si una compañía apuesta por sus profesionales, los profesionales se comprometerán con la compañía. Es una cuestión que va más allá del concepto “productividad” y que se traduce en sostenibilidad, excelencia, eficacia y compromiso.
La mejor solución es trabajar con condiciones de flexibilidad para que los empleados, siendo responsables en el cumplimiento de los objetivos de productividad fijados por la empresa, puedan organizar su tiempo y espacio de trabajo armonizándolo con las necesidades personales y familiares.
En una reciente encuesta sobre las motivaciones para la elección de una empresa, la primera respuesta, excluyendo el salario, fue la posibilidad de equilibrio entre la vida personal y la profesional.
Para que avancemos en conciliación, dice la directora de la Fundación Alares, es necesario, primero, un cambio cultural “porque los hombres no están acostumbrados a la corresponsabilidad, ni las mujeres a dejarles que lo hagan”, en segundo lugar, una mayor implicación de las empresas y, en tercer lugar, más accesibilidad a los servicios para el cuidado de hijos o personas dependientes, que faciliten los trámites on line para evitar desplazamientos y pérdidas de tiempo.