El pasado 9 de enero tuvo lugar una nueva agresión a profesionales sanitarios, esta vez en el centro de salud de La Candelaria.
La historia comenzó con la exigencia, como casi siempre, para que el facultativo recetara un ansiolítico a un hombre que así lo demandaba sin que existiera ninguna motivación clínica que lo justificara.
Como es lógico, pero parece que cada vez menos prudente visto los resultados y la nula efectividad preventiva, el médico se negó a la inmotivada exigencia y, tras ser avisado el vigilante de seguridad ante las amenazas sufridas, fue conducido fuera de la consulta. Sin embargo, no abandonó el centro y siguió con su actitud cada vez más violenta hasta que regresó a la consulta. A pesar de encontrarse atendiendo a otro paciente, intentó agredir al médico que consiguió esquivarlo, aunque sí consiguió golpear al vigilante y a un celador y fueron necesarias tres personas (un enfermero colaboró con ellos y también recibió lo suyo) para reducirlo. Tras ello fue detenido y puesto a disposición judicial que dictó orden de alejamiento de al menos 100 metros del centro.
La Policía Nacional, dentro de las nuevas medidas de lucha y prevención contra las agresiones, contactó tanto con la Directora del centro como con los agredidos a los que les proporcionó un teléfono de contacto para aviso inmediato en caso de que el agresor vuelva al centro o provoque cualquier otra incidencia.
Se da la circunstancia de que el agresor, al parecer, en el momento de su detención, tenía en su poder un talonario de recetas y el sello de un facultativo de otro centro de Sevilla, lo que refuerza la hipótesis de que pueda tratarse de un asunto de posible tráfico y compraventa de estupefacientes entre consumidores de drogas.
Como muestra de repulsa todos los profesionales del centro se concentraron a las puertas del mismo y se han colocado carteles en contra de la violencia en diversos lugares del edificio.