El pasado 7 de marzo, al final de la jornada de mañana, un individuo acudió al centro donde, con carácter de urgencia, exigió a la médica que le atendió un ansiolítico (trankimazin) aduciendo que la policía le había retirado la receta que una hora antes se le había prescrito, haciendo uso de una vieja práctica habitual entre los que suelen trapichean con estos medicamentos.
Este y otros usuarios son tristemente conocidos por solicitar este tipo de medicaciones estableciendo un mecanismo de “rotación” entre los distintos profesionales del centro para intentar conseguir su objetivo.
Pero cuando se encuentran con la negativa, como ocurrió en este caso, no es extraño que comiencen las amenazas y coacciones, obligando a la médica a refugiarse tras la mesa para evitar ser agredida físicamente. Cuando acudió uno de los vigilantes de seguridad el usuario también le amenazó con clavarle un bolígrafo en el cuello. Más tarde acudieron el otro vigilante y el director de la UGC. Fueron necesarias 3 personas para dirigirle fuera de la consulta, aunque el agresor siguió en actitud muy violenta y profiriendo amenazas incluso fuera del recinto sanitario.
Aunque se activó el protocolo de urgencias y la compañera tenía un estado de nerviosismo importante, continuó en su puesto ya que, al tratarse del inicio de su turno de tarde no quería perjudicar a sus compañeros. Al día siguiente acudió a la Policía Nacional donde presentó denuncia y ésta inmediatamente se puso en contacto con el centro para iniciar sus pesquisas.
La profesional, días más tarde de este episodio tenía citado en consulta al agresor, que no acudió y, en otra ocasión, al padre que sí acudió e intento minimizar el episodio y disculpar a su hijo. Tras días de mucha tensión finalmente ha tenido que darse de baja laboral.
Se da la circunstancia de que en este centro hay otra médica pendiente de juicio por otra agresión. Los profesionales tienen, lógicamente, miedo ante las actitudes agresivas que sufren, particularmente cuando acuden a los avisos a domicilio y tienen que entrar en los edificios y domicilios de los enfermos sin acompañamiento ni protección alguna ante posibles agresiones. Ya se han reunido varias veces con la Dirección Gerencia del Distrito y con la Comisionada del Polígono Sur a las que han transmitido la preocupación por su integridad física y psíquica y les han solicitado medidas para evitar daños.