¿Tendrá que morir un médico?

Llevamos años asistiendo a un aumento constante de las agresiones a los médicos, pero la Administración y la Justicia siguen sin adoptar medidas eficaces para su prevención. Esta semana, en Cartaya (Huelva), se produjo una nueva agresión a un compañero que fue atacado salvajemente con una barra de metal. Por suerte, pudo esquivar el golpe, dirigido a la cabeza, pues de otro modo podríamos estar hablando de un resultado dramático. Aun así, este médico sufre un grave traumatismo en el brazo y, con toda seguridad, una profunda afectación de su estado de ánimo. Desde el Sindicato Médico de Sevilla le queremos hacer llegar todo nuestro apoyo.

El Sindicato Médico lleva años denunciando el incremento de las agresiones al personal sanitario y la ausencia de medidas efectivas para su prevención. Estas medidas deben adoptarse en tres frentes:

1.Medidas legislativas:

La reforma del Código penal que se llevó a cabo en 2015 no ha dado los resultados esperados. De hecho, ha despenalizado cierto tipo de agresiones que eran consideradas “faltas”, que han desaparecido de la jurisdicción penal, pasando a la civil, lo que ha disminuido el poder punitivo de la justicia en las injurias y vejaciones a profesionales. En consecuencia, consideramos imprescindible una reforma del Código penal que agrave las sanciones a este tipo de agresiones.

2. Medidas judiciales:

En esta materia, los jueces deben aplicar la legislación con el máximo rigor. A pesar de sus limitaciones, la legislación actual permite imponer penas que resultarán disuasorias para futuros agresores. Sin embargo, lamentablemente, seguimos asistiendo a sentencias que dejan impunes las agresiones al personal sanitario. Si la Justicia no está dispuesta a actuar con la máxima dureza contra los agresores, este problema no dejará de agravarse.

3. Medidas a adoptar por la Administración:

Consideramos inaplazable la aplicación en su totalidad el Plan de Prevención de Agresiones. Necesitamos más guardias de seguridad, videocámaras, consultas con vías de escape que permitan al profesional huir del agresor, medidas específicas en el caso de asistencia domiciliaria, incluso arcos de seguridad que impidan entrar a las consultas con armas blancas, algo que tristemente ha pasado en más de una ocasión. Los carteles contra las agresiones quedan muy bien para hacerse una foto, pero no detienen a salvajes como el que agredió ayer a nuestro compañero.

Aunque los delegados del Sindicato Médico estamos junto al médico agredido, acompañándolo y asesorándolo desde el primer momento, es necesario que la Administración adopte todas las medidas que estén en su mano, incluidas las necesarias para hacer menos traumática la vuelta al trabajo. Debe aclararse más allá de toda duda la condición de accidente laboral de toda agresión, tanto física como psíquica, y debe garantizarse que el médico agredido que se dé de baja no pierda parte de su sueldo.

Deben crearse registros de agresores, con las restricciones que imponga la Ley de protección de datos, para prevenir las agresiones reiteradas por parte de los mismos individuos. En el caso de agresores reincidentes, deben adoptarse medidas que eviten que el mismo médico deba atender otra vez a su agresor.

Llevamos años exigiendo estas medidas, sin que ninguna de las instituciones concernidas por esta grave lacra atienda nuestras demandas. ¿A qué están esperando? ¿Tendrá que morir un médico para que nos hagan caso?

Comité Ejecutivo del SMS

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