En estos días hemos sabido de la última tropelía que la Consejería de Salud va a cometer con los profesionales del SAS: no pagar por la cara el 15% que aún queda por abonarles del complemento al rendimiento profesional (CRP) correspondiente al año 2019. Un CRP que trocearon arbitrariamente en tres porciones, y el pago de cuyo último plazo ha sido progresivamente retrasado mes a mes hasta que finalmente la Administración, mediante un documento que ha remitido a las direcciones de Distrito y de UGC ha reconocido que satisfará ad kalendas graecas, o menos finamente, “cuando las ranas críen pelo”.
Este hecho, que en condiciones normales ya sería de enorme gravedad —pues es, ni más ni menos, que detraer a los trabajadores una parte de sus legítimas retribuciones—, se convierte en las circunstancias actuales en una burla soez, una falta de respeto y una demostración del más absoluto desprecio hacia unos profesionales que están teniendo en esta pandemia unas cargas de trabajo inmensas, asumiendo un alto riesgo físico y con un elevado coste psicológico para ellos y para sus familias.
Los únicos gestos que ha tenido la Junta para estos profesionales que todos los días se juegan la vida para salvar la de los demás, son aquellos que le han servido para su propaganda política: la mal llamada “paga COVID” —que no ha sido más que un engañabobos, pues lo que han dado por un lado nos lo están quitando por otro— e inaugurar un monumento de dos manitas entrelazadas para poder tener unos minutos de gloria en televisión.
El CRP ha sido siempre un timo: mediante bajas notas o coeficientes correctores, la Administración lo ha repartido siempre según su albedrío. Pero nunca había llegado hasta el extremo de quedarse con una parte del dinero que debe ir a los trabajadores. Como dice el adagio popular: además de c******s, apaleados.
Señores de la Junta: déjense de excusas y paguen lo que deben.