La Unidad de Prevención de Riesgos Laborales reconoce “la influencia crítica” de los problemas organizativos de los médicos del CS de Carmona

Un informe elaborado por la Unidad de Prevención de Riesgos Laborales sobre la situación de los facultativos del centro de Salud de Carmona reconoce “la influencia crítica de los problemas organizativos y el riesgo percibido por las/los profesionales médicos”.

El informe declara categóricamente que “se ha podido determinar que las/los profesionales médicos del CS de Carmona sufren estrés laboral, por cuanto perciben que hay un desequilibrio entre lo que se les pide (demandas de trabajo) y los recursos personales que ponen a disposición para hacer frente a dichas demandas, existiendo indicios de pérdidas de salud por este motivo”.

El informe revela la dimensión de la sobrecarga de los facultativos, que deben afrontar cada día, además de su agenda de 47 pacientes, tareas tales como seguimiento de sintróm, seguimiento de los usuarios transfundidos, recetas de farmacia, renovación de tratamientos, etc., etc. A todo ello se suma la atención de “pacientes de urgencias (bises) que hay que intercalar en las consultas, de media 7 urgencias de este tipo. En los días analizados, días 2 de noviembre se atendieron 80 urgencias entre 12 facultativos, el día 3 se atendieron 38 urgencias entre 15 facultativos y el día 4, 57 urgencias entre 15 facultativos, aunque de forma habitual se reparten las urgencias de forma alícuota entre 6 a 10 facultativos”. Por si esto fuera poco, los facultativos también deben “bisear los pacientes del profesional que no está por distintos motivos (saliente guardias, enfermedad, descansos, etc.)”.

A todo ello hay que añadir otras muchas actividades, que el informe enumera: “Tareas de resolución de problemas, por ejemplo, con la Inspección y con distintos especialistas; valoración de las pruebas de apoyo al diagnóstico que se prescriben a usuarios; información a usuarios de los resultados de las especialidades médicas que lo han atendido; Realizar avisos domiciliarios; atención médica a las personas que se encuentran en residencias de mayores; atención médica a usuarios en el seguimiento con tratamiento paliativos”. También consta en el informe que “de forma habitual se realizan trabajos extras que no están planificados y que hay que hacer frente al tratarse de personas con distintas patologías no demorables en el tiempo”.

El informe refleja que esta enorme presión provoca en los profesionales “vivencia de gran estrés, falta de desconexión del trabajo cuando se llega a casa; sensación de trabajo mal hecho por no poder dedicar el tiempo suficiente a pacientes que lo necesitan; ansiedad al tener que irse tarde del trabajo y no poder abordarlo en su totalidad”. Los facultativos, continúa el informe, se sienten abrumados porque “se acumulan los mensajes en el buzón y algunos son importantes. Van mandando interconsultas y falta de tiempo para insertar las interconsultas no programadas (se realizan 3 o 4 diarias)”. Esta situación les provoca la sensación de que “el ciclo de trabajo no se termina de completar, siempre cosas pendientes que rondan el pensamiento y afecta a la vida privada”. Todo ello afecta a su “tiempo privado por el estrés sufrido en el trabajo”, por “tener en la cabeza cosas importantes que afectan al descanso y al sueño”.

El efecto de esta situación sobre los médicos es devastador. A los problemas para “la conciliación personal y laboral” se suma la “afectación a la salud”, con problemas como “crisis hipertensiva que asocia al estrés sufrido en el trabajo”. Los médicos tienen “gran dificultad para desconectar del trabajo, aunque se esté enfermo/a porque el trabajo recae en otra/otro compañero”. Entre los lamentos de los médicos se incluyen también: “Insatisfacción laboral. Sensación de que no se es suficientemente válido en el trabajo porque no se termina a tiempo. No se ve lo que se hace. Cuando hay pacientes que lloran no se puede acelerar la consulta y se desajusta el horario. En la escucha se piensa en todo lo que queda pendiente. El tiempo de alerta en el trabajo es continuo. Se acrecienta el problema cuando hay que dar malas noticias. Cáncer, por ejemplo, y se requiere tiempo suficiente. Para los partes de baja, no hay tiempo ni siquiera para preguntar cómo está el paciente”. Otro problema reflejado en el informe es que “el trabajo al necesitar y utilizar las pantallas visualización de datos, presentan de forma habitual problemas técnicos que acrecientan el malestar en el trabajo al ralentizarlo”.

El informe los “riesgos psicosociales” asociados a las “exigencias emocionales”, derivadas del “esfuerzo dirigido a reprimir los sentimientos o emociones y a mantener la compostura”; “exigencias de esconder emociones”; “exigencias cuantitativas”, provocadas por los “desajuste entre las tareas a realizar y el tiempo necesario para su ejecución”; “exigencias cognitivas”, por “el nivel de atención y esfuerzo cognitivo por el tipo de información y las respuestas que deben realizar”, unido al “proceso de información compleja” y a la “presión del tiempo para la realización del trabajo”. A ello se suma la presión por la “responsabilidad sobre personas”, pues “la salud de las personas depende del buen hacer de los profesionales médicos”.

Todo ello supone, según el mencionado informe, una “exposición a condiciones de trabajo de riesgo” y una “saturación de las/los profesionales en esta época de pandemia por la Covid-19, bajando la tolerancia a esfuerzos extraordinarios que demanda el sistema”. A ello se suma “la necesidad de responder a las demandas altas y cambiantes, con protocolos y procedimientos distintos que requieren esfuerzos extras”, lo que da lugar a un “incremento de la carga asistencial que requieren exigencias cognitivas que sobrepasan las capacidades de los profesionales médicos”.

En definitiva, el informe de PRL nos ofrece un panorama desolador, no muy diferente del que se vive en otros muchos centros de salud y también en muchos servicios hospitalarios. Además del inmenso daño físico y psicológico que esta situación causa a los profesionales, no podemos ignorar el que le causa al sistema sanitario. Como el informe señala, los médicos residentes de Medicina de Familia que constatan las condiciones en las que habrán de desarrollar su trabajo se sienten desalentados incluso antes de terminar el MIR. Esta situación desincentiva la elección de esta hermosa especialidad y alienta su abandono una vez iniciada. La fuga de médicos la Atención Primaria pública andaluza hacia la Atención Hospitalaria, la medicina privada, el extranjero o hacia otras comunidades es constante. En ocasiones se prefiere el paro a trabajar en tan pésicas condiciones o se recurre a la jubilación anticipada.

El cinismo con el que nuestros gestores declaran que la Atención primaria no sufre ninguna crisis es desmoralizador. Su pasividad ante el declive alarmante de este sector esencial es insultante. No obstante, su menosprecio no hará mella en nuestra voluntad de seguir denunciando esta penosa situación por todos los medios a nuestro alcance hasta que consigamos que los andaluces tengan la Atención primaria que se merecen.

Comité Ejecutivo del SMS

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