Ante el ruido mediático, propiciado por la proximidad de las elecciones, en este artículo nos limitaremos a poner de manifiesto las mentiras del SAS de manera objetiva, mostrando de qué modo, todas ellas juntas, tejen un engaño que pretende ocultar a la población el deterioro progresivo, aparentemente deliberado, de nuestra sanidad pública.
Primera mentira: Por medios extraoficiales hemos conocido la modificación de la Orden que fija las tarifas de la actividad concertada del SAS con centros privados. Por primera vez, esta Orden incluye la “Consulta Médica de Atención Primaria”. Es decir, el SAS tiene la intención de poner en marcha consultas de Atención Primaria en centros privados concertados, pero la ha ocultado a los sindicatos de la mesa sectorial y a los profesionales. Tras esta añagaza late una primera mentira, más bien un autoengaño, que consiste en pretender que los centros privados podrán resolver la brutal sobrecarga de la Atención Primaria. Nadie que conozca los sectores público y privado de la sanidad andaluza puede albergar semejante esperanza.
Con todo, lo más grave de la noticia es conocer que el SAS piensa dedicar recursos públicos a conciertos con la privada y no a incrementar el presupuesto sanitario público andaluz, que sigue siendo el más bajo de España según los datos que publica el Ministerio de Sanidad, y el porcentaje destinado a la Atención Primaria, lo que permitiría mejorar las condiciones laborales y retributivas de los médicos de este sector clave de la sanidad y evitar su fuga incesante.
Pero no sería justo omitir aquí algún dato que atañe a la oposición, que acusa al actual gobierno andaluz de pretender privatizar la sanidad pública. Como muestra un estudio publicado por nuestra organización, el marcado descenso del gasto sanitario público andaluz comenzó en 2008, bajo un Gobierno de signo político diferente del actual. Fue esa Administración la que llevó a la sanidad pública andaluza a la última posición en gasto sanitario por habitante de toda España y redujo a sus médicos a la precariedad laboral y salarial. También bajo aquella Administración se puso en marcha el convenio con San Juan de Dios en Sevilla, que puso en manos de una institución privada la prestación de la asistencia sanitaria pública a la población del Aljarafe, con pésimos resultados. Y este no es el único concierto con centros privados firmado por la anterior Administración y potenciado por la actual, con pingües ganancias para sus propietarios. A algunos, el fantasma de la privatización de la sanidad solo se les aparece cuando están en la oposición.
Segunda mentira: El pasado 25 de febrero, el SAS escenificó un acuerdo con nuestra organización sobre limitación de las agendas en Atención Primaria. Este acuerdo incluía la separación de la atención urgente y la programada, y garantizaba la realización de cuantas continuidades asistenciales fueran necesarias para el cumplimiento del pacto. El SAS se comprometió a ponerlo en marcha en el plazo máximo de un mes.
Todo indica que el SAS, una vez más, nos ha mentido. Las agendas de los médicos de Atención Primaria en estos días, lejos de reducirse, han aumentado. Los directores de los centros, muchos de los cuales se muestran impacientes por aplicar este acuerdo, nos confiesan desalentados que carecen de la menor instrucción o comunicado sobre su inminente implantación. A menos de dos semanas de que se cumpla el plazo fijado, el SAS ha desplegado diversas maniobras dilatorias en las mesas de negociación, lo que nos hace dudar seriamente de su intención de poner en marcha el acuerdo. Esto nos abocará al reinicio de las movilizaciones y a retomar por la vía de la presión sindical el resto de las reivindicaciones de la Atención Primaria, que llevan demasiado tiempo sin ser atendidas, tales como el fin del maltrato retributivo, de la precariedad de los dispositivos de apoyo o del caos de las urgencias extrahospitalarias, que no es muy diferente de la crisis perpetua que viven las urgencias hospitalarias.
Tercera mentira: En su programa electoral de 2022, los actuales responsables del SAS apostaban por potenciar las ofertas públicas de empleo para proporcionar estabilidad a las plantillas. Sin embargo, la caótica gestión de la OPE 18-21 amenaza con provocar una crisis en la Atención Hospitalaria y constituye un manifiesto menosprecio de los derechos de los profesionales y del diálogo con sus representantes. Seguimos sin saber en qué criterios se basó el SAS para pasar de ofertar todas las plazas disponibles a los aprobados, a ofertar solo las plazas de los comarcales. Lo que sí sabemos es que ha mentido de nuevo haciendo pasar por “corrección de errores” lo que no es más que un cambio de criterio en el contexto de una gestión delirante e incompetente de la OPE. Una vez más, como sucedió con la OPE de 2017, la pésima gestión conducirá a la judicialización del procedimiento y a la frustración de los profesionales a los que se dice proteger. Resulta patético que un instrumento destinado a fidelizar a los trabajadores acabe alentando su salida del sistema.
Cuarta mentira: En un acuerdo firmado in extremis justo antes de las últimas elecciones autonómicas, el SAS modificó de manera apresurada y defectuosa el acceso a la carrera profesional, creando un acceso excepcional a esta. Cuando los sindicatos le hicimos ver que muchos profesionales que habían accedido a la carrera por el procedimiento ordinario se veían perjudicados en comparación con los que ahora podían acceder por la vía extraordinaria, el SAS se comprometió a “recalificar” a los agraviados. Primero nos prometió que esta recalificación se haría de oficio y después que habría que solicitarla. Nos dijo primero que la llevaría a cabo en octubre de 2022 y después en enero de 2023. Nos mintió. La recalificación sigue sin llevarse a cabo y todo indica que, una vez superadas las elecciones, el SAS ha olvidado a los afectados y sus promesas. Solo no queda el recurso a la justicia y, una vez más, la certeza del menosprecio de nuestros gestores.
Quinta mentira: Los anuncios reiterados de contratación de “personal sanitario” por parte del SAS, escenificados con rigurosa periodicidad por nuestro presidente, no son más que propaganda. Si se hubiesen realizado todos los contratos anunciados, los trabajadores no cabrían en los centros sanitarios. Por desgracia, el SAS vuelve a mentir. La mayoría de los contratos anunciados no son más que renovaciones de contratos eventuales, porque, a pesar de que la modificación del Estatuto Marco impide ahora el abuso de esta modalidad de nombramiento, en la práctica el SAS los mantiene cambiándoles la denominación. Los que hasta hace poco eran nombramientos “eventuales” de tres meses, ahora son nombramientos “interinos” de tres meses, que se justifican por medio de diversas argucias burocráticas.
Sexta mentira: Pero es que de esos miles de contratos nuevos que el SAS anuncia cada dos por tres, solo aproximadamente la mitad corresponde a personal sanitario (médicos, enfermeros y auxiliares de enfermería), y de ellos la inmensa mayoría corresponde a enfermería. El SAS ha optado por mentir a los ciudadanos haciéndoles creer que los enfermeros podrán suplir a los médicos en Atención Primaria. Ha gastado millones de euros en contratar enfermeros en tal cuantía que los directores de los centros se muestran incapaces de darles trabajo. Sin embargo, a pesar de esta millonaria inversión, la situación de la Atención Primaria no deja de empeorar, como perciben todos los ciudadanos que se acercan al sistema a ser atendidos por su médico. El fracaso del plan solo puede sorprender a las lumbreras que olvidaron que cuando alguien está preocupado por su salud necesita un médico, no una estrategia de gestión imaginativa.
El SAS podría haber pilotado la utilidad de este plan en algún centro aislado. Eso le hubiera permitido descubrir su inutilidad antes de dilapidar en él millones de euros. Pero no lo hizo. No cabe duda de que la prepotencia, cuando no la mera incompetencia, entorpece la gestión sanitaria.
Séptima mentira: Los responsables del SAS repiten hasta la extenuación que no hay médicos. Por eso tienen que contratar enfermeros. Por eso -dicen- es inútil que protestemos. Pero afirmar que los problemas de la medicina de Atención Primaria se deben a la falta de médicos es, sencillamente, mentir. Cuando se ampara tras la excusa de la falta de médicos, el SAS no explica que durante décadas los médicos han abandonado la Atención Primara para hacer otra especialidad, marcharse al hospital o al extranjero, o jubilarse anticipadamente. No explica que sus ofertas de trabajo y sus retribuciones son tan malas, tan poco competitivas en comparación con las de otras comunidades u otros países, que durante décadas los médicos de Atención Primaria han huido de la sanidad pública de manera constante. Y, sobre todo, no explica que ese fenómeno sigue produciéndose actualmente ante su negligente pasividad. De nada servirá la apertura de nuevas facultades o la creación de más plazas MIR si el SAS sigue mostrándose incapaz de retener a sus facultativos.
Conclusión: A pocos meses de las elecciones municipales, el electoralismo inunda los medios e impide el análisis riguroso de los problemas que soportamos los ciudadanos. En ningún ámbito esto es tan manifiesto como en el sanitario. La grave crisis de la Atención Primaria ha provocado numerosas manifestaciones y huelgas médicas en toda España. La instrumentalización de estos movimientos por parte de los partidos en campaña es inevitable. Unos y otros utilizan la sanidad pública como herramienta retórica al servicio de espurios intereses partidistas. Algunos sindicatos se prestan a este juego. Nosotros no.
La crisis del Sistema Nacional de Salud es manifiesta y no se solucionará con mentiras y manipulación. Nosotros siempre aspiraremos a contribuir a la solución, no al espectáculo.