El blog «El cuarto poder» publica un artículo con este título en el que va mirando las posibles razones para explicar lo que ocurre en las urgencias hospitalarias todos los años por estas fechas, con ocasión de las enfermedades estacionales propias, y que tantos problemas provocan. Se apoya, para ello en las aportaciones que le hace Joaquíon Carmona, el que fuera, durante casi diez años, Director General de Asistencia Sanitaria en el SAS.
Un servicio de Urgencias, dicen en el Cuarto Poder, sólo es un punto de encuentro dentro de un círculo que arranca en la Atención Primaria (AP) y se cierra cuando el enfermo recibe el alta. Es decir, si se descuida la AP —que es lo que está ocurriendo: personas que solicitan ver a su médico de familia se les cita para dentro de tres, cuatro días, o más—, si faltan médicos que acudan a los hogares a visitar a los enfermos, si se restringe el acceso a los centros de salud locales o comarcales porque cada vez cuentan con menos profesionales, si se eliminan de estos centros las Urgencias, si se sustraen los recursos necesarios para atender a las personas dependientes o a los enfermos crónicos… Entonces, a la sociedad no le quedará más remedio que acudir a esa puerta “milagrosa” que son las Urgencias, donde, aunque sea tarde, te atienden.
¿No se puede hacer nada para acabar con el caos y colapso en las Urgencias?, se pregunta el blog. Joaquín Carmona, quien fuera director general de Asistencia Sanitaria en el SAS (Servicio Andaluz de Salud) durante casi una década, es decir, responsable máximo de los hospitales públicos andaluces y por tanto perfecto conocedor de este problema, comenta que “el servicio de Urgencias es un área sensible a la que cualquier acontecimiento extraordinario puede perturbar: un brote de gripe por ejemplo, o una disminución de los recursos en el primer escalón de la asistencia sanitaria [en la AP], como ahora está sucediendo debido a la crisis”. “Sin embargo”, señala también, “las Urgencias se pueden planificar”. Pues si es así, añadimos aquí, estos servicios deberían estar prevenidos para cuando llegasen esos picos de demanda, algo que, por lo que se ve, no ocurre.
¿Solución? En opinión de Carmona, la Administración del Estado, a través de las Comunidades Autónomas, que son las que tienen las competencias en salud, debería, lo primero, volver a prestar más atención al primer nivel asistencial (AP) para, en lugar de cerrar puertas como ha hecho -reduciendo presupuessto, personal, servicios y Urgencias en los centros de salud-, mantener el mismo nivel asistencial que había antes. Y ya en las Urgencias hospitalarias, la Administración no debería descuidarse y estar más atenta a la demanda social y a los picos que situaciones concretas, como la gripe, provocan. Asimismo, el trabajo político de la Administración con los profesionales deberá ir encaminado a lograr que éstos se coordinen mejor y remen todos en la misma dirección. Desde luego, concluye este experto, las claves de este problema las tiene la Administración. Porque, “no se olvide”, resume, “si al enfermo se le van cerrando puertas… su reacción natural es irse a Urgencias, al hospital, dónde le van a atender”.