Se nos jubilan los médicos

Compartimos este artículo firmado por el sevillano Dr. Federico Relimpio, publicado por El Confidencial y que creemos es del interés de nuestros afiliados/as:

 

Se nos jubilan los médicos. Muchísimos, y en poco tiempo y, si no se remedia, puede dejar al Sistema de Salud seriamente escorado de aquí a cinco años. Y, si esto es verdad en general, en AP es sangrante, hiriente. 

¿No se veía venir? Lo veía todo el mundo. Pero sépase que somos y hemos sido gobernados por gentes que, en lo sanitario, podrían definirse por un par de rasgos. El primero es el cinismo. El segundo, la tosquedad. Y me explico. 

El Sistema Nacional de Salud, o mejor, el Sistema de Taifas Sanitarias del 78 de que hemos disfrutado todos es un milagro. Una circunstancia histórica. Un espejismo. Un producto excepcional que permitió construir un Sistema sofisticado con resultados increíbles con salarios increíblemente bajos. ¿La razón? Compleja, pero me voy a aventurar.

Tardofranquismo, sin ir más lejos. Baby-boom y facultades de Medicina abiertas. Promociones masificadas, sin prácticas apenas, deterioro de la calidad docente y creación, al final de los setenta y sobre todo en los ochenta, de la gran bolsa de licenciados en Medicina y Cirugía en paro. Únelo a la incapacidad crónica del colectivo facultativo para la acción colectiva. El resultado: mucha más oferta que demanda y sueldos a la baja

Toda la filosofía de Recursos Humanos en Sanidad Pública –y también privada– se ha generado sobre este fortísimo desequilibrio. Y ello explica el cinismo. Y la tosquedad.

Un Sistema Sanitario Público Autonómico de izquierdas o de derechas, nacionalista o de lo que sea, pero caracterizado por un máximo común divisor: la patada en la boca y la talentofobia. Corroe la autoestima y que el galeno o la galena coma de tu mano. Que asuma que tiene la culpa de todo, o de casi todo. Cero reivindicaciones. Cero sindicalismo. “Mande usté…”.

Pero, poco a poco, las cosas fueron mutando.

Primero, el Plan BoloniaSon las chicas del 14. Primero, porque son mujeres en su mayoría, y segundo, por la elevadísima nota para entrar en Medicina. Todas hablan inglés. O inglés y francés. O inglés y alemán.

Segundo, Europa. Los requisitos para una plaza en una Facultad de Medicina. No puede ser lo que al consejero del ramo se le antoje, no puedo abrir el grifo a voluntad. El grado en Medicina está homologado y debe ser intercambiable con el de Frankfurt, por ejemplo. Nada de volver a la comodidad del tardofranquismo.

Tercero, EuropaLos sueldos europeos, que triplican a los españoles. Y los galenos españoles, que ya hablan idiomas. Europa e internet, que facilita el contacto. Vector de emigración de facultativos a Europa, que los aprecian y no los maltratan. Les pagan bien, sin cinismo ni tosquedad. Y, además, nada de actos médicos en tres minutos con un programa hostil y una jefa más hostil todavía con unos objetivos incumplibles y restricciones a la derivación a los especialistas.

Cuarto, España. Las taifas sanitarias, quiero decir. Que no es lo mismo ser médico en Navarra que en AndalucíaQue en Andalucía se cobra menos, sépase desde ya. Menos incluso que en Murcia, aquí al lado. Y más cosas: que en Andalucía, además de cobrar menos, se te penaliza fuertemente la compatiblidad con la asistencia privada, para intentar compensar lo que cobras de menos. Y se te restringen las derivaciones al especialista, si eres de primaria. Y otras cosas. Que hay territorios más fastidiados que otros para ejercer, vaya.

A todo esto, los médicos se empiezan a jubilar a mansalva. Un poco por todas partes, pero especialmente en Atención Primaria. Se empieza a hablar de “lugares de difícil cobertura” y a las administraciones de las taifas se le empiezan a ocurrir ideas geniales:

Primero, obligar a los residentes recién egresados a cubrir las áreas distantes, como si la profesión estuviera militarizada. Rechazada por su dudosa legalidad.

Segundo, ofrecer una serie de incentivos para la cobertura de estos lugares. Incentivos “humo”, si no es dinero. Y no puede ser dinero, por la rigidez del modelo funcionarial. Y sin un incentivo sustancial, nadie del extranjero va a volver.

Tercero, traerse gente de fuera. Médicos extranjeros. Peligroso, muy peligroso. A examinar con cuidado el sistema de homologación, en primer lugar. Los responsables tendrían que explicar por qué el Sistema expulsa de facto médicos españoles, para atraerse médicos de fuera, cuya formación es objeto de duda. Aclarado lo cual, el médico inmigrante tendría todos los incentivos para largarse a una Comunidad Autónoma que le pague mejor: de Andalucía a Murcia, y de ahí a Navarra. De Navarra a Francia y vuelta a empezar. 

Cuarto y más peligroso: delegar en los enfermeros. No entro en el problema de competencias. Se hace en otros países con suficiencia de facultativos y en el marco de colaboración, no en un país cicatero como el nuestro en el que faltan médicos de primaria con el objeto de darle al enfermero un papel marco para que acepte “la gestión compartida de la demanda” y presionarle luego para otras cosas. Sería buena idea en otro contexto. Con esta gente, no me fío. No son de fiar.

Termino, que me sale largo. Ya ven lo complejo. Demasiado, para esta gente, acostumbrados a pegar un zapatazo y que salgan una legión de galenos obedientes. Sé de quién tenía una buena idea para el tema, y tenía yo la ilusión de que Pedro Sánchez lo llamara para encabezar Sanidad. Rafa Bengoa: de un inviable sistema para curar a un sistema para cuidar. De un sistema basado en el hospital a un sistema basado en el paciente. En su casa y con su familia.

Definitivamente, no hay quien nos quite la talentofobia de encima.

 

Fuente: Confidencial Andaluz (Federico Relimpio)

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