Amenazas a un facultativo en el Hospital Virgen Macarena

Una vez más, lamentablemente, tenemos que informar de la agresión (en esta ocasión verbal) a un facultativo en Sevilla, un suceso que tuvo lugar el 20 de mayo en el Hospital Virgen Macarena, el cual ostenta el triste récord de ser el centro hospitalario hispalense que registró más agresiones en 2018.

El ataque ocurrió en el edificio de Consultas Externas, más conocido como Policlínico, concretamente en el servicio de Oftalmología. Un “paciente”, cuyo turno  aún no había llegado, accedió a las instalaciones de dicho servicio e interrumpió en repetidas ocasiones la consulta en la que estaba citado, exigiendo con muy malos modos el ser atendido de inmediato. El médico que se encontraba en la consulta contigua atendiendo a un paciente con un traumatismo ocular grave, ante la dificultad de explorarlo por los gritos que estaba profiriendo el individuo, le solicitó que hiciese el favor de bajar la voz y salir a la sala de espera hasta que le tocase su turno.

Pero, lejos de deponer su injustificable actitud, el energúmeno permaneció dentro del servicio de Oftalmología y continuó vociferando, amenazando al médico con esperarle fuera y darle una paliza, amenaza que repitió varias veces, ante lo cual, una compañera de enfermería avisó al servicio de seguridad, dado que las consultas del Policlínico siguen sin estar dotadas de botón antipánico. A la llamada acudieron dos vigilantes para que las consultas pudieran desarrollarse con normalidad, a pesar de lo cual una de ellas tuvo que suspenderse sin poder reanudarse, pues el paciente continuó con su actitud agresiva hasta la llegada de efectivos de la Policía Nacional.

El compañero facultativo afectado ha interpuesto la correspondiente denuncia en comisaría y el hecho se ha notificado tanto a la Unidad de Riesgos Laborales como a los servicios jurídicos del hospital sevillano.

Situaciones como esta son, desgraciadamente, cada día más frecuentes y no podemos permitir que lleguemos a habituarnos a ellas ni a considerarlas como un riesgo inherente a nuestro trabajo. Las agresiones, no solo las físicas, sino también las verbales (en este caso incluso con amenazas), además de las secuelas orgánicas y físicas que producen, nos minusvaloran como profesionales y atentan contra nuestra dignidad. Las Administraciones deben pasar de una vez de las palabras grandilocuentes tipo “protocolo de actuación” o “tolerancia cero” a poner en marcha medidas preventivas y disuasorias eficaces para que este tipo de hechos dejen de tener lugar.

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