Ante la agresión, decepción

En “el verano de las agresiones a sanitarios”, el SAS está en busca del cartel perdido

«Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar…»

(Antonio Machado)

Este verano de 2019 será recordado, al menos en la hemeroteca, por un goteo constante de agresiones en el ámbito sanitario. El Sindicato Médico de Sevilla puede dar fe de ello. Tras las atenciones a nuestros compañeros agredidos, que los delegados han llevado a cabo a raíz de todos y cada uno de los incidentes, hemos escuchado una y otra vez las mismas palabras en boca de los agredidos:

  • “Espero que de una vez por todas la sociedad sepa lo que es trabajar en estas circunstancias”
  • “Tengo miedo de que vuelva a ocurrir. Estamos desprotegidos”
  • “Así no podemos trabajar. La ley del más fuerte es la que manda”
  • “Los ciudadanos tienen que ser conscientes de que la ley va a proteger a quienes protegen la salud de ellos”
  • “Las agresiones no pueden resultar gratuitas”
  • “Ninguna agresión debe quedar en el anonimato”

Y así una tras otra. Muestras de impotencia tras la traumática experiencia vivida. El SMS no ha dejado de reflejar y transmitir las reivindicaciones a través de nuestra web y redes sociales, solicitando para nuestros centros asistenciales medidas disuasorias que protejan a nuestros profesionales. Muchos otros centros dependientes de las administraciones públicas disponen de arcos de detección de metales, escáneres, cámaras, alarmas sonoras o vigilantes a pesar de que el flujo diario de acceso a los mismos es muy inferior a los centros de asistencia sanitaria.

Ante la plaga de agresiones que están sufriendo los profesionales del SAS, especialmente los compañeros de Atención Primaria de Sevilla, el Servicio Andaluz de Salud pone en marcha una medida que estamos seguros de su inutilidad. Un concurso de carteles contra las agresiones. Bueno, sí tendrá utilidad. Para la autopropaganda que tan bien se le ha dado y se le sigue dando cada día.

Una campaña publicitaria debe ser consciente de la realidad, del momento en que se desarrolla y por ende no debería alejarse de la estrofa de Machado. Si perdemos ese “norte”, erraremos en la diana que no es otra que la población que utiliza nuestro servicio de salud. Todo seguirá igual, pero nuestra sociedad habrá perdido una oportunidad de oro para proteger a quien le sana. Si el producto que ofrece la campaña no es tangible, si la protección no es palpable, si la sanción para el agresor no es ejemplar… ¿para qué necesitamos esa campaña?

Llevamos años llenando de cartelerías los centros públicos, pero no hemos sido capaces de unificar el mensaje frente a las agresiones al personal de los centros. No necesitamos concursos colegiales. Si tan preocupado está el SAS en concienciar a sus usuarios, que tome ejemplo y no pierda el tiempo. Que no intente estar en posesión de la verdad y tenerla patentada. La administración central lo tiene claro y difunde un claro mensaje en sus dependencias desde hace años:

Cartel colocado en las dependencias de Sanidad Exterior en Sevilla, organismo perteneciente al Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social.

El SAS “del cambio” pretende defender a sus profesionales con cartelitos. Cuando el paciente o su familiar se ponga agresivo, nos insulte e intente darnos un puñetazo o rompernos una silla en la cabeza, podremos señalar el cartel y decirle: “mire, ahí pone que no me pegue”. Seguro que el energúmeno en cuestión se aviene a razones.

Eso equivale a mandar a las trincheras del frente a los soldados sin sacos terreros y con gasas y vendas. A enviar un avión a territorio enemigo sin contramedidas pero con una bonita inscripción en su fuselaje que ponga “No disparen”. Ya puestos, sugerimos al SAS que los carteles contra las agresiones puedan ser usados posteriormente como vendas para las heridas o como hielo para los golpes.

Exigimos que se pongan en marcha medidas reales contra las agresiones. Más efectivos de seguridad en los centros de Salud y hospitales, especialmente en zonas especialmente conflictivas. Que haya arcos de detección de objetos punzantes y otras armas en los servicios de Urgencias de los hospitales más masificados., botones antipánico y consultas correctamente adaptadas para la huida en caso necesario en todos los centros. Que se estudie de forma concienzuda entre el SAS y los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado este tema y se proteja al personal sanitario. De verdad.

Porque las medidas teóricamente puestas en marcha hasta la fecha ponen de manifiesto que no sirven para nada. Las agresiones no han menguado, sino todo lo contrario. En la provincia de Sevilla han aumentado hasta en un 60% en la primera mitad de año. Y el discurso y medidas del SAS no cambian.

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