Aplausos a las 20:00. Cada vez menos y más cortos. Desescalada y desconfinamiento social. Fase 0 y fase 1. La nueva normalidad va pareciéndose, poco a poco, a la vieja normalidad, aquella en la que también los ciudadanos violentos y energúmenos, usuarios de la sanidad pública, agreden a los facultativos.
El pasado 11 de mayo de 2020, en un pequeño consultorio en una pedanía del AGS Valme, que no identificaremos por expreso deseo de la médico agredida, lo que condiciona también la descripción de los hechos, una usuaria exige a la única facultativa del centro que se le realice una analítica general sin atender a las indicaciones y orientaciones que esta, para su mejor atención, le estaba proponiendo. Ante la negativa, y cambiando el tono y el discurso, abandona el centro con muy malos modos.
Al rato, se presenta en el centro un hombre corpulento y fuerte que, golpeando puertas y mobiliario, entre insultos y descalificaciones a la médica, exige que le haga la analítica a su pareja, esto es, la usuaria anteriormente citada. Nuestra compañera facultativa intenta darle las explicaciones oportunas, pero la actitud violenta y agresiva del individuo se lo impide. Con la angustia por el miedo a recibir una agresión física, la víctima consigue llamar al 112 y solicitar ayuda. Un compañero de trabajo logró que el individuo abandonase del centro y, poco después, se personan agentes de la Guardia Civil que, tras la interposición de la respectiva denuncia, ponen en marcha el dispositivo de localización correspondiente.
El fuerte impacto emocional sufrido por la compañera ha provocado que tenga que dejar su puesto de trabajo y cursar la baja laboral por accidente de trabajo.
Ese mismo día, a las 20:00, los agresores, probablemente, salieron a aplaudir a los sanitarios, los mismos a los que no les importa agredir. Aplausos más cortos, menos sonoros. Volvemos a la nueva-vieja normalidad de las agresiones a médicos en la provincia de Sevilla. La nueva-vieja lacra. La nueva-vieja pesadilla.